jueves, 11 de agosto de 2011

Que lejos estoy del cuento, ni principe, ni princesa.

Hoy volví al sitio en el que te vi por primera  vez. Buscaba las sensaciones perdidas, las palabras olvidadas, las promesas que ya no valen nada. Quizás algún día tú también me busques, puede que yo ya no esté allí o puede que siempre te espere. No soy la única culpable, ambos lo echamos todo a perder. Las palabras ya no significan nada… no entiendo porque has tenido que irte tan lejos, yo te seguiría echando de menos igual. Ahora  solo busco una mirada que me llene, que me tiendas la mano, que te des la vuelta para mirarme, perderme en tu sonrisa, una caricia, saborear tus besos, que se me erice el bello, que me recuerdes, un susurro, que me quieras 5 minutos, busco un milagro, un golpe de suerte, una máquina del tiempo que me lleve de nuevo a tu lado o un por intentarlo no se pierde nada…



El amor no es juguete del tiempo, no es faro que derriba una tempestad. El amor aguanta, sigue en pie, lo soporta todo hasta el final. El amor nunca muere; mientras brille una estrella que contemplar; no se agota, nace cada vez que nuestras miradas se rozan. El amor resiste a las horas, los días, las semanas, al paso de un vendaval por la ventana.
El amor vivirá mientras viva una madre; mientras haya una ciudad; mientras una mejilla se sonroje; mientras haya una sonrisa que de color a la mañana; mientras exista un piano y unas manos de nieve que lo acaricien; mientras haya un recuerdo; y la sonrisa de un niño inocente a la que la vida se presentará.
El amor morirá el día que deje de amanecer, el día que el sol se esconda porque le dé vergüenza ver en lo que hemos convertido el mundo. El día que la codicia y la envidia se apoderen de nosotros y ya no haya más miradas con palabras, ni caricias con manos entrelazadas, ni melodía para el corazón.

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