lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Cuándo fue la última vez que te quisieron tanto?

Se nos enfría el café, vida mía, y entre tazas se consume mi impaciencia. No acostumbramos a usar el tiempo en una mesa sentados frente a frente; hace mucho que perdimos la gracia para contarnos las historias o para resumir nuestros días mirándonos a los ojos.
No entendí cuando me has citado hoy. No esperaba que sucediera. Había dado por hecho que nos ausentaríamos uno del otro; lo sabía porque llevamos algunos días sin hablar muchas horas, permanecemos callados ahora.
Confieso que las primeras tardes esperé con ansiedad que preguntaras por mí, pero recordé aquella vez cuando dijiste que si uno se obstina, se aburre, solamente, sin explicación, se aleja. Deduje que eso sucedía. Supuse que dejé de ser eso en lo que pensarías al despertarte por las noches.
 
He olvidado un poco algunos de tus gestos y creo que tú también no imaginabas mucho sobre mí. Cómo quise reírme cuando me viste hace unos minutos: sí, el cabello es distinto, quise cambiar un poco mi estilo de dama sencilla. ¿Te parece que me he abusado? Creo que resulta agradable cambiar un poco de vez en cuando.
Pues bueno, dejemos mi cabello de lado: aquí me tienes, ahí te tengo. ¿Seguiremos guiones o será más sencillo?
Se nos enfría el café, corazón, y si aún recuerdas un poco sabrás que lo detesto frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario