lunes, 5 de diciembre de 2011

Hola, soy yo, la misma de siempre; no hace falta que hables, solo necesito que me escuches, pero, por favor, no me cuelgues. Simplemente llamaba para recordarte que estoy aquí, que no hace falta que te hagas el indiferente cuando pasas por mi lado. Llamaba para recordarte todos esos momentos que hemos vivido, tú y yo, los dos; puesto que cuando estás con ella parece que te hayas olvidado. Llamaba con la esperanza de que cogieses el teléfono y que cuando te saludase respondiéses con esa voz de alegría, aunque en realidad, sabes que me conformo con oír tu respiración al otro lado del teléfono. No necesito que me digas que me sigues queriendo, tampoco necesito que me digas que en realidad ella no es nada, solo necesito que me digas que tú tampoco te has olvidado. De verdad, que llamaba para decirte que soy la misma de siempre, que no he cambiado, y que también soy una tonta por creer que vas a volver, y bueno nada... yo ya no te molesto más. Porque en fin... sólo llamaba para decirte que te quiero.









Y espero que recibas este mensaje que estoy dejando para ti
Porque odio que te vayas sin escuchar las palabras que necesitaba decirte

Y espero que lo encuentres 
Lo que estas buscando
Y espero que todo lo que soñaste de tu vida pueda ser,
Y mucho más
Y espero que seas feliz donde sea que estés
Quería que sepas que 
Esto no va a cambiar nada
Y espero que lo encuentres

Se supone que me quede por ahí y espere por siempre? 
Las últimas palabras que dije
Pero eso no era nada más que un corazón roto hablando, cariño
Tú sabes que no fue lo que quise decir
Llámame, déjame saber que recibiste este mensaje que estoy dejando para ti






Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.


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