La primera vez que lo
vi supe que no podía ser bueno. Supe que detrás de esa sonrisa de dientes
perfectos no podía haber nada bueno. Ni siquiera en la forma de inocencia
fingida con la que me miraba. Pero supongo que la misma parte de mi cabeza que
me susurro esas palabras me gritó que era un chico muy lindo.
Era endemoniadamente lindo.
Brillaba con luz propia, a mi me había dejado
ciega. Supongo que a mi, y a una docena de chicas más. Pero me armé de valor y
me acerqué a él, le regale mi mejor sonrisa.
-Hola – le dije.
Y no lo supe, pero ese sería el principio del fin.
De mi fin.
Por cada persona
que decide ser feliz ¿cuántas quedan en el camino?
- A veces me doy miedo
-¿Por qué?
- Por lo mucho que te quiero, lo mucho que te quise y lo mucho que te llegare a querer. Tanto que me da miedo dejar de quererme a mi misma, dejar de ser yo misma y no se nada más que una muñequita de trapo que necesite de tu amor, y que necesite amarte. Cada día sin descanso, en cuerpo y alma.
- Sí.
- ¿Sí? ¿Sí qué?
- Que a mi también me das miedo a veces.
-¿Por qué?
- Por lo mucho que te quiero, lo mucho que te quise y lo mucho que te llegare a querer. Tanto que me da miedo dejar de quererme a mi misma, dejar de ser yo misma y no se nada más que una muñequita de trapo que necesite de tu amor, y que necesite amarte. Cada día sin descanso, en cuerpo y alma.
- Sí.
- ¿Sí? ¿Sí qué?
- Que a mi también me das miedo a veces.